29.12.18

trato de no preocuparme tanto ya, sé que mi lugar no está aquí.

27.12.18

puedes tomarme la mano
acostarte en el pasto conmigo y disfrutar la brisa

ir al cine de noche y caminar a casa
tomar desayuno y quedarnos dormidos de nuevo

puedes, si quieres.

21.12.18

18 a 19

este año lleno de pérdidas, absolutas y a medias.
lleno de tristezas, lleno de vacíos, lleno de incertidumbre.
espero, realmente espero, que el próximo año todo mejore
o al menos me sienta menos sola.

11.12.18

necesito

uno de esos abrazos que te juntan todas las piezas rotas

2.12.18

diciembre.

espero encontrar el valor para hacer las cosas que temo hacer.
deseo tener la fuerza para cambiar las cosas que me gustaría cambiar.
aspiro a tener el temple para calmar mis demonios.
quiero estar para mi, y así poder estar para los que quiero.

26.8.18

a veces me supera el vacío. necesito aislarme del mundo porque no soy capaz de sonreír o ser buena onda y creo que los demás no merecen mi mala cara, no han hecho nada malo. siento que pasa el tiempo y sólo me quiebro más y más. no quiero y no me atrevo a decirlo, quisiera que alguien pudiera verme realmente. no quiero que me reparen, quiero que me quieran mientras me arreglo a mi misma.

11.4.18

florentino gonzales #76

A veces pasa tanto tiempo, tantos años, que parece otra vida.

Hace un par de días conocí a una pareja que vive en la que solía ser mi calle, y por poco casi olvido el número de la que solía ser mi casa.

La casa donde crecí tiene más terreno que las demás casas de la villa. Bajo ese terreno extra pasaba un canal, quizás esté seco actualmente, pero cuando era pequeña recuerdo que tuvieron que romper la vereda para rescatar una gata y sus gatitos.

La casa donde crecí tenía un taller a medio terminar, guardaba un montón de cosas que nunca se usaban, que por años quedaron solo acumulando tierra. Era el taller de mi papá y cuando se fue de la casa tuve muchas ideas sobre cómo transformarlo para usarlo, "un bunker" decíamos con mis amigos, pero nunca llegué a hacerlo.

La casa donde crecí tenía una piscina pequeña, solo se aprovechó bien cuando eramos muy pequeños, luego quedó abandonada, se usaba cada vez menos hasta que llegaron veranos en los que no se limpiaba porque nadie la usaría. En cierta época del año se llenaba de caracoles, en otras épocas había mucha maleza en el patio, en otras hubo flores y plantas bien cuidadas, después hubo mucha tierra y pasto medio seco.

La casa donde crecí tenía un portón de madera que separaba ambos patios, creo que yo era quien más la usaba. Me gustaba salir de la casa y entrar por ese portón metiendo el brazo por la mirilla, mi mano alcanzaba apenas la manilla por dentro.

La casa donde crecí tenía una puerta mañosa entre la cocina y el patio, solo los amigos que iban más a la casa sabían cómo abrirla, incluso le enseñaban a otros cómo hacerlo, yo me reía; en esos momentos no pensaba en que mis amigos más cercanos se pudieran reflejar en cosas pequeñas como saber abrir la puerta mañosa, o saber que mi pieza era un lugar donde todos podían ponerse cómodos, incluso dormir si lo querían.

Ahora añoro esos días, las cosas eran más simples, los amigos se juntaban a hacer nada. A medida que crecemos cambiamos hábitos, se nota cuando los amigos crecen porque comienzan a reunirse a comer, a tomar un trago, o cuando se visitan en casa suelen estar en el living, comedor o terraza.

La casa donde crecí tenía una chimenea, un sillón bergere, hubo años en que había una tele en el living y me quedaba los viernes y sábados hasta muy tarde viéndola. Veía maratones de anime que daban en cierto canal.

Me encantaba.

La casa donde crecí tenía un computador de escritorio, viví la evolución desde los puzzles de disney y el juego de 7up, de las salas de chat hasta las redes sociales. Pasé de entrar al computador para buscar canciones midi hasta bajar discografías completas de ciertos grupos, de buscar imágenes para dibujarlas a editar fotos tomadas por mi.

La casa donde crecí vio lo mejor y lo peor de mi, vio formarse y desintegrarse una familia. Me vio sobrevivir, quebrarme, reestructurarme, seguir adelante, volver a caer, tomar decisiones.

Muchas veces pensé que no pertenecía ahí, muchas otras veces sentí tanto miedo de irme porque era el único lugar que me resultaba familiar y seguro. Ahora que lo pienso bien, años más tarde, creo que fue el único lugar en el que me he sentido en casa realmente, pero no me da miedo porque sé que en algún momento encontraré mi hogar definitivo, tarde o temprano.

La casa donde crecí fue una casa de reunión, cuando mis padres dejaron de usarla, comencé a hacerlo yo.

La casa donde crecí tenía cosas buenas y malas, con esto no pretendo hacer una oda a la nostalgia, sino dejar registro de dónde vengo, para no olvidar detalles como el número de la casa o la puerta mañosa. No me gusta olvidar detalles, me hace sentir desconectada.

Para crecer, florecer, primero necesito reconocer mis raíces, recordarlas y mantenerlas vivas.

4.3.18

no quiero ser de esas personas que viven a través del relato de otras.


quiero ser quien toma las fotografías
quien cuenta las historias
quien inspira a otros a salir de la zona de confort.